Cuando la serpiente, que Eva se había enredado alrededor del brazo como pulsera, la Doña y Cartier no fueron a los primeros que se les ocurrió esta idea, ya estaba genéticamente improntada en los genes de la Félix—decía, cuando la serpiente empezó a sisearle a Eva que tomara la manzana, ella no iba muy decidida, pero si muy enjoyada, hacia el árbol de la ciencia, el árbol del bien y del mal.
Iba hacia allá un poco porque sabía que Adán dormitaba, una vez más, a la sombra de este olor dulzón de flores trompetadas. No era el único; el enorme manzano era el que mas animales cobijaba a su sombra, no por ser el mas grande, ni el mas bonito, sino porque tenia fama de bueno, y ya saben, el que a buen árbol se arrima...
La fama de bueno le venía porque era muy atractivo, porque sus frutos eran los prohibidos; todos ansiaban verlos de cerca, olerlos, examinarlos, partirlos en cachos para ver que era lo tan letal para el alma. Pero por más que le picaran por acá y por allá, namás no le hallaban.
Ese día, la serpiente acababa de mudar de piel, y ahora se veía refulgente, dorada y tornasolada, con los ojos verdes, verdes como si se los acabase de incrustar un joyero de Colombia, y Eva caminaba perdida, admirándola en su brazo, hipnotizada con sus iridiscencias, mientras la oía una y otra vez decir que nada tenia de malo saber un poquito mas, que Dios, que era todo bondad, no se iba a enojar por una pequeñez tal, que no sabía así, con certeza, lo que era ciencia, pero sonaba cachondo y que le debería de entrar: que el bien y el mal, si se daban en el mismo árbol no podían ser tan antagónicos, que no se pusieran maniqueos, total que tanto es tantito. Todo esto lo decía con voz de lavado de cabeza chino, monótona, incesante, pero fuerte y segura, tan fuerte que Adán, dormido lo suficiente para soñar, la oía de todos modos, y la metió a sus sueños y los mezcló con ella.
Y así, las palabras de la serpiente en la orejas de Adán fueron reverberando hasta tal grado que se traspapeló la información en su recién estrenado lóbulo frontal y se le figuró que era el mismo Yahvé, (yavhés te dices mijo no hay que prestar oídos a las serpientes pero eso es otra historia), quien le decía que lo probara, que total, que la ciencia no se qué, y que si en bien y si el mal, y que tu las traís, y que si todo era neutro, pero era juzgar lo que nos arruinaba, y que si en fin…
En esas estaba Adán cuando quasi se despertó al oír los decididos pasos de su mujer aproximándose. Estos últimamente lo espantaban un poco, y sin siquiera voltear a verla, por cobarde, alzó los brazos de un bostezo, y le tocó en suerte rozar con los dedos a la espantosa, pavorosa, atrayente manzana, y como si fuera cosa de todos los días, se estiró mas hacia el árbol, sin pararse siquiera, en la misma posición que siglos después lo pintaría Miguel Ángel cuando estaba recibiendo el alma del dedo de Dios, alcanzó una manzana y le hincó el diente.
En ese mismo instante, Eva, que lo estaba viendo todo como en trance, pero con esa habilidad de fémina con ceja levantada y oído acercado, con un ojo a la seprientebrazalete y otro al marido, y todavía con el mero rabillo viendo una manzana que por razones desconocidas para ella ya estaba en su mano, soltó un grito agudo y molesto, pero también soltó la manzana. Así que el único que le hincó el diente fue el, ella en cambio, no alcanzó más que a pensar con fugacidad que rara forma tenía y que color tan moteado, antes de perderla…
Y así, incontables calamidades después, de todos conocidas, y que no vale la pena recontar, debidas a Adán, y dados como están construidos el mundo y el jardín del edén y el tiempo que no son ni lineales ni circulares ,sino cónicos, la manzana que tiró Eva cayó y cayó y cayó durante milenios, que como todo el mundo, y sobre todo los creacionistas saben, para Dios son segundos, dentro del cono del universo, rebotando de Babilonia a China, de China a Tailandia, de Tailandia a Hawaii, de Hawaii a Perú, de Perú a Cabo de la Esperanza, de Cabo de la Esperanza a Tanzania, etc., etc., hasta alojarse de manera muy precaria pero muy precisa, entre las ramas de una manzano Ingles del siglo XVII.
Para estos momentos, y después de mucho discutir sobre ellas en las clases de medicina, de filosofía y de teología en las universidades más doctas del medievo, ya habían superado un poco su mala fama las manzanas. Tanto así, que de nuevo un hombre dormitaba a la sombra de un árbol de éstas, pero ahora el que era de la ciencia era el hombre, no el árbol, y se llamaba Isaac Newton, quien al moverse en sus sueños, donde se peleaba muy a gusto con Leibniz e ideaba como robarle con mas precisión las ideas sobre el cálculo diferencial e integral, y como mandar con mas expedito a falsificadores –don Isaac también tenia que ver con los dineros del reino---a la horca, testereó levemente el endeble manzanero y con lo que a algunos les parecería justicia divina, la manzana de Eva fue a dar, no al suelo, ni a otra excepción cuántica,
sino a la mollera de don Isaac.
Como todos saben, debido a la abolladura producida, poco tiempo después Míster Newton llegó a la conclusión de que las cosas caen, no por su propio peso, bueno si, pero en otro sentido, sino por la fuerza de la gravedad, o de la atracción entre los cuerpos, que es directamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separa, y es causa del movimiento entre los planetas y que otro par de leyes por ahí, leyes físicas de precisión de relojero, regían con dominio inmutable el universo.
Y al saberlo entonces, la gente se quedó muy tranquila y feliz bajo esta lógica de dos mas dos son cuatro, porque así era muy fácil predecir el futuro en base a este universo mecanicista y determinista del cual Dios, para estos momentos era el encargado nada mas de dar cuerda y a lo mejor crear una especie o dos por ahí...
Pero ¿Y que fue de la manzana paseadora, que de ser instrumento de hundimiento y escarnio, símbolo de todo lo malo y perverso que hay en la naturaleza, déjate tu humana, fe-me-ni-na, porque todos, todos pensaron que la de la mordida la de la tentación había sido Eva, cuando su única culpa fue su torpeza y su embelesamiento con las pulseras, pasó a ser símbolo de epifanías científicas? (Aquí cabe subrayar que, por alguna razón, para católicos, cristianos fundamentalistas y musulmanes la manzana, las mujeres y las serpientes, siguen siendo sospechosas, destructivas, y culpables de la tentación de los pobrecitos hombres sin voluntad, mientras que para los productivos, imperialistas, apologistas del trabajo y del libre mercado protestantes la manzana es símbolo de progreso y superioridad intelectual. Pero las pobres víboras y las mujeres están jodidas en casi todos lados).
Tiempo después le cayó del cielo a Albert Einstein, mientras éste pensaba como sería viajar en un rayo de luna, o más rápido que uno de ellos…y ahora no estamos seguros si la manzana en efecto tiene masa, o siquiera si los bosones de Higgins existen para permitirle tenerla.
Lo que si sabemos es que los protagonistas principales de la historia, todos, todos tienen nombre Bíblicos. Y que para los griegos una prima de esta roladora fruta fue también causa de mucha discordia, jíjoslas, no creo que haya fruta mas histórica
Iba hacia allá un poco porque sabía que Adán dormitaba, una vez más, a la sombra de este olor dulzón de flores trompetadas. No era el único; el enorme manzano era el que mas animales cobijaba a su sombra, no por ser el mas grande, ni el mas bonito, sino porque tenia fama de bueno, y ya saben, el que a buen árbol se arrima...
La fama de bueno le venía porque era muy atractivo, porque sus frutos eran los prohibidos; todos ansiaban verlos de cerca, olerlos, examinarlos, partirlos en cachos para ver que era lo tan letal para el alma. Pero por más que le picaran por acá y por allá, namás no le hallaban.
Ese día, la serpiente acababa de mudar de piel, y ahora se veía refulgente, dorada y tornasolada, con los ojos verdes, verdes como si se los acabase de incrustar un joyero de Colombia, y Eva caminaba perdida, admirándola en su brazo, hipnotizada con sus iridiscencias, mientras la oía una y otra vez decir que nada tenia de malo saber un poquito mas, que Dios, que era todo bondad, no se iba a enojar por una pequeñez tal, que no sabía así, con certeza, lo que era ciencia, pero sonaba cachondo y que le debería de entrar: que el bien y el mal, si se daban en el mismo árbol no podían ser tan antagónicos, que no se pusieran maniqueos, total que tanto es tantito. Todo esto lo decía con voz de lavado de cabeza chino, monótona, incesante, pero fuerte y segura, tan fuerte que Adán, dormido lo suficiente para soñar, la oía de todos modos, y la metió a sus sueños y los mezcló con ella.
Y así, las palabras de la serpiente en la orejas de Adán fueron reverberando hasta tal grado que se traspapeló la información en su recién estrenado lóbulo frontal y se le figuró que era el mismo Yahvé, (yavhés te dices mijo no hay que prestar oídos a las serpientes pero eso es otra historia), quien le decía que lo probara, que total, que la ciencia no se qué, y que si en bien y si el mal, y que tu las traís, y que si todo era neutro, pero era juzgar lo que nos arruinaba, y que si en fin…
En esas estaba Adán cuando quasi se despertó al oír los decididos pasos de su mujer aproximándose. Estos últimamente lo espantaban un poco, y sin siquiera voltear a verla, por cobarde, alzó los brazos de un bostezo, y le tocó en suerte rozar con los dedos a la espantosa, pavorosa, atrayente manzana, y como si fuera cosa de todos los días, se estiró mas hacia el árbol, sin pararse siquiera, en la misma posición que siglos después lo pintaría Miguel Ángel cuando estaba recibiendo el alma del dedo de Dios, alcanzó una manzana y le hincó el diente.
En ese mismo instante, Eva, que lo estaba viendo todo como en trance, pero con esa habilidad de fémina con ceja levantada y oído acercado, con un ojo a la seprientebrazalete y otro al marido, y todavía con el mero rabillo viendo una manzana que por razones desconocidas para ella ya estaba en su mano, soltó un grito agudo y molesto, pero también soltó la manzana. Así que el único que le hincó el diente fue el, ella en cambio, no alcanzó más que a pensar con fugacidad que rara forma tenía y que color tan moteado, antes de perderla…
Y así, incontables calamidades después, de todos conocidas, y que no vale la pena recontar, debidas a Adán, y dados como están construidos el mundo y el jardín del edén y el tiempo que no son ni lineales ni circulares ,sino cónicos, la manzana que tiró Eva cayó y cayó y cayó durante milenios, que como todo el mundo, y sobre todo los creacionistas saben, para Dios son segundos, dentro del cono del universo, rebotando de Babilonia a China, de China a Tailandia, de Tailandia a Hawaii, de Hawaii a Perú, de Perú a Cabo de la Esperanza, de Cabo de la Esperanza a Tanzania, etc., etc., hasta alojarse de manera muy precaria pero muy precisa, entre las ramas de una manzano Ingles del siglo XVII.
Para estos momentos, y después de mucho discutir sobre ellas en las clases de medicina, de filosofía y de teología en las universidades más doctas del medievo, ya habían superado un poco su mala fama las manzanas. Tanto así, que de nuevo un hombre dormitaba a la sombra de un árbol de éstas, pero ahora el que era de la ciencia era el hombre, no el árbol, y se llamaba Isaac Newton, quien al moverse en sus sueños, donde se peleaba muy a gusto con Leibniz e ideaba como robarle con mas precisión las ideas sobre el cálculo diferencial e integral, y como mandar con mas expedito a falsificadores –don Isaac también tenia que ver con los dineros del reino---a la horca, testereó levemente el endeble manzanero y con lo que a algunos les parecería justicia divina, la manzana de Eva fue a dar, no al suelo, ni a otra excepción cuántica,
sino a la mollera de don Isaac.
Como todos saben, debido a la abolladura producida, poco tiempo después Míster Newton llegó a la conclusión de que las cosas caen, no por su propio peso, bueno si, pero en otro sentido, sino por la fuerza de la gravedad, o de la atracción entre los cuerpos, que es directamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separa, y es causa del movimiento entre los planetas y que otro par de leyes por ahí, leyes físicas de precisión de relojero, regían con dominio inmutable el universo.
Y al saberlo entonces, la gente se quedó muy tranquila y feliz bajo esta lógica de dos mas dos son cuatro, porque así era muy fácil predecir el futuro en base a este universo mecanicista y determinista del cual Dios, para estos momentos era el encargado nada mas de dar cuerda y a lo mejor crear una especie o dos por ahí...
Pero ¿Y que fue de la manzana paseadora, que de ser instrumento de hundimiento y escarnio, símbolo de todo lo malo y perverso que hay en la naturaleza, déjate tu humana, fe-me-ni-na, porque todos, todos pensaron que la de la mordida la de la tentación había sido Eva, cuando su única culpa fue su torpeza y su embelesamiento con las pulseras, pasó a ser símbolo de epifanías científicas? (Aquí cabe subrayar que, por alguna razón, para católicos, cristianos fundamentalistas y musulmanes la manzana, las mujeres y las serpientes, siguen siendo sospechosas, destructivas, y culpables de la tentación de los pobrecitos hombres sin voluntad, mientras que para los productivos, imperialistas, apologistas del trabajo y del libre mercado protestantes la manzana es símbolo de progreso y superioridad intelectual. Pero las pobres víboras y las mujeres están jodidas en casi todos lados).
Tiempo después le cayó del cielo a Albert Einstein, mientras éste pensaba como sería viajar en un rayo de luna, o más rápido que uno de ellos…y ahora no estamos seguros si la manzana en efecto tiene masa, o siquiera si los bosones de Higgins existen para permitirle tenerla.
Lo que si sabemos es que los protagonistas principales de la historia, todos, todos tienen nombre Bíblicos. Y que para los griegos una prima de esta roladora fruta fue también causa de mucha discordia, jíjoslas, no creo que haya fruta mas histórica
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